Artículo de Hella Ben Youssef, Vicepresidenta de la ISM para la Región del Mediterráneo Norte y Sur

La igualdad de género ha tenido logros pero la segregación persiste.

La noción de igualdad de género se propone para designar la igualdad entre mujeres y hombres. Describe una situación social en la que mujeres y hombres disfrutan de iguales derechos y oportunidades, donde las necesidades y aspiraciones de mujeres y hombres son valoradas y favorecidas por igual e indiscriminadamente. ¡Tanto las disposiciones educativas como las profesionales deben cumplir este requisito!

Así, la igualdad de género fue proclamada muy pronto en los países escandinavos, auténticos pioneros en este ámbito. Un objetivo declarado que todos han respaldado claramente. Por lo tanto, podemos sorprendernos de que, a pesar de este consenso general y de larga data, esa igualdad todavía no se logre. Algunos investigadores dan la explicación de que no hay acuerdo sobre el contenido de esta igualdad ni sobre la forma de implementarla. Otros más señalan que la retórica compartida vigente no va acompañada de una determinación real en todos los niveles de la sociedad, lo que da como resultado la persistencia de la segregación educativa y profesional. Evidentemente, hay aquí algo que dar que pensar, incluso si nuestra propia historia, los cambios políticos que han ocurrido, los desarrollos y las limitaciones sociales y culturales son bastante (por no decir radicalmente) diferentes.

Un enfoque según el premio Nobel ‘Dr. Amartya Sen’, porque no basta con que existan oportunidades para aprovecharlas; ¡Las desigualdades entre individuos no se evalúan únicamente en términos de su dotación de recursos sino de su capacidad para convertirlos en libertades reales y en términos de libertad de acción y capacidad de hacer! Y aquí es donde nuestra cooperación tiene todo su significado, una cooperación que no puede ser completa sin un contexto legislativo e institucional sólido, a nivel internacional, regional y nacional.

Es más, si miramos al nivel de la Declaración Universal de Derechos Humanos afirma que “una gestión y administración transparente y responsable y un desarrollo sostenible en todos los ámbitos sólo serán posibles si las mujeres tienen más poder de acción y más autonomía y si disfrutan de una mejor situación social, económica y política…»

Lo que me lleva a notar que las mujeres aún enfrentan múltiples discriminaciones, en diferentes niveles y la actual crisis económica geopolítica además de las consecuencias de la pandemia del COVID-19 han acentuado el impacto y nos han demostrado que las poblaciones vulnerables: niños, jóvenes, mujeres y los trabajadores precarios se ven afectados directamente y en primer lugar.

  • Por lo tanto, debemos seguir desarrollando prácticas y legislación para eliminar los obstáculos sistémicos que aún desalientan a los ciudadanos.
  • Debemos fortalecer la igualdad de género en la planificación y las políticas públicas y fortalecer el cambio en el proceso de descentralización y gobernanza local y en los mecanismos ya existentes.

Una nueva realidad global que agrava las desigualdades existentes:

El cambio climático constituye uno de los desafíos más importantes que enfrenta hoy la comunidad internacional. El clima del planeta está cambiando y más rápidamente de lo esperado.

Los impactos del cambio climático variarán según la región, la generación, el grupo de edad, el grupo de ingresos y el género. Las personas que ya son las más vulnerables y marginadas experimentarán los mayores impactos.

Las mujeres son cada vez más consideradas más vulnerables que los hombres a los impactos del cambio climático, principalmente porque representan la mayoría de los pobres del mundo y son proporcionalmente más dependientes de los recursos naturales amenazados.

Las mujeres enfrentan los mayores impactos del cambio climático, lo que contribuye a amplificar las desigualdades de género al amenazar sus medios de vida, su salud y su seguridad.

En muchos países, las mujeres proporcionan alimentos, agua y combustible. También son ellos quienes cultivan principalmente los campos y, por tanto, se ven más afectadas por las grandes sequías y las precipitaciones irregulares.

Como las mujeres agricultoras generalmente ganan menos con su trabajo, a veces tienen que sacar a sus hijas de la escuela para proporcionar mano de obra adicional.

Al actuar como “multiplicador de amenazas”, el cambio climático también contribuye a aumentar las tensiones sociales, políticas y económicas en entornos frágiles y afectados por conflictos. Conflictos que con demasiada frecuencia aumentan la violencia doméstica y la violencia sexual, así como la trata de personas.

Cuando se trata de actuar, las mujeres y los hombres suelen abordar la lucha contra el cambio climático de manera diferente. Observamos que las mujeres generalmente adoptan un enfoque más pragmático, cuyo objetivo es cambiar la forma en que se hacen las cosas ahora para limitar el impacto en el planeta, mientras que los hombres se inclinan más hacia la investigación de nuevas tecnologías que les permitan mantener el mismo estilo de vida.

Estas desigualdades e impactos diferenciados entre sexos se convierten, por tanto, en un terreno fértil para situar a las mujeres en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático.

Por solidaridad femenina, debemos frenar los efectos devastadores sobre las mujeres.

Un problema en varios niveles: ingresos, condiciones laborales, liderazgo y participación.

Hoy existe unanimidad para mejorar los medios de vida de las mujeres en el contexto del cambio climático. Esto implica fortalecer su adaptación garantizando acceso, control y oportunidades de ingresos para la autonomía financiera, así como el acceso a recursos para el desarrollo.

Hay que distinguir tres cuestiones: por un lado, es vital

  1. Garantizar las condiciones de participación económica de las mujeres y garantizar ingresos dignos.
  2. Por otro lado, las mujeres deben ser consideradas agentes de cambio.
  3. Finalmente, es importante fortalecer el liderazgo de las mujeres en la lucha contra el cambio político asegurando un papel significativo en la definición e implementación de políticas climáticas.

El género es un tema de primordial importancia en la lucha contra el cambio climático. Las mujeres son poderosos agentes de cambio y los importantes beneficios de la diversidad y la paridad de género en el liderazgo y la toma de decisiones son cada vez más reconocidos en todas las esferas. Si bien las mujeres lideran la acción y el activismo climático de primera línea, están subrepresentadas en la toma de decisiones ambientales y climáticas en todos los niveles.

Esto nos lleva a alinearnos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas como el ODS 5 “Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas” pero también el ODS 13 “Aprovechar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus repercusiones”.

La COP27 se centró en la implementación. Así, una vez definidos los marcos estratégicos, los años 2023-2030 serán los de implementar acciones de adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático. Por lo tanto, es necesario tomar medidas y poner en marcha políticas adecuadas para el logro de esta transición justa durante la COP28 y esperamos que así sea porque hoy se están implementando muchos proyectos… ¡pero es necesario un escalamiento!

En conclusión, la cuestión de género es transversal en las políticas climáticas. Es de suma importancia para lograr una transición justa.

Se trata, pues, de librar dos batallas simultáneas:

– A nivel internacional, movilizar la financiación climática necesaria

Y

– A nivel local para que su implementación beneficie a las poblaciones locales.